INGREDIENTES
Masa
200 gs. de harina
50 gs. de fécula de maíz
1 cdita. de polvo para hornear
1 pizca de sal
70 gs. de azúcar
125 gs. de manteca
Ralladura de un limón
1 huevo
Crema de leche
1 kg. de damascos pelados
Salsa
2 yemas
2 cdas. de azúcar impalpable
1 cda. de fécula de maíz
2 cdas. de crema de leche
2 claras batidas a nieve
Salsa: Tamizar la harina, la fécula, el polvo para hornear y la sal sobre una mesada. Hacer un hueco en el centro y colocar el azúcar, la manteca, la cáscara de limón, el huevo y la crema de leche necesaria. Trabajar los ingredientes del centro e ir incorporando poco a poco la harina. Tomar la masa, formar un bollo liso y dejarlo descansar cubierto con un lienzo durante 20 minutos. Estirar la masa formando un disco de 25 cm. de diámetro. Forrar con el disco una tartera previamente enmantecada y enharinada y cocinar en horno moderado hasta dorar suavemente. Cubrir la tarta con mitades de damascos.
Salsa: Mezclar las yemas con el azúcar, la fécula de maíz y la crema de leche. Agregar las claras batidas a nieve, mezclando muy suavemente. Cubrir la tarta con esta preparación y gratinar en horno mínimo unos minutos.
1 comentario:
Laura, magnífica idea esta de publicar las recetas y poder intercambiar experiencias culinarias o reposteras cómo en este caso. Luego de este breve exordio,acepta esta pequeña contribución de conocimientos empíricos adquiridos durante la infancia:
DURAZNOS FRESCOS-NATURALES
Ingredientes
1 – Un duraznero joven (3 ó 4 años)
2 – Meses noviembre a febrero.
Preparación
1 – Elegir 2 ó 3 duraznos (no más) que sean de tamaño mediano y que hayan tomado coloración por exposición a la luz del sol y veteados por la sombra de las hojas. Si son robados tienen un sabor muy especial.
2 – Colocarlos en un bowl o recipiente similar con agua bien fría y frotarlos suavemente con las manos para quitarles la peluza.
3 – Enjuagarlos bajo chorro de agua fría y colocarlos en una frutera o similar.
Degustación
1 – Tomar delicadamente uno de ellos y llevarlo a la boca mordiendo suavemente y cuidando que el jugo no se derrame por las comisuras de los labios hacia la ropa (produce manchas rebeldes de quitar y tu madre puede enterarse que estuviste merodeando en la quinta del vecino); masticar pausadamente mientras mantenemos el resto de la fruta próximo a nuestra nariz y ojos, para alternativamente gozar de su aroma y comprobar que no tenga gusanitos próximos al carozo –que deben desecharse, no comerse-
¡que lo disfruten!
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